EL APAGÓN


 Desquiciada me tiene ese apagón

que nos han anunciado los austriacos,

así que ya he comprado varios sacos

de leña; para el agua un gran bidón,

de velas y conservas, un montón;

baterías externas, botiquín,

—qué angustia, qué jaleo, qué trajín—

combustible, cerillas y además

una radio de pilas, camping gas,

y efectivo escondido en un bombín.

NEURONAS PACHUCHAS


Quiero poner a punto mis neuronas
que últimamente siento algo pachuchas,
las noto decaídas, poco duchas
en el arte del verso están ramplonas.

Algunas andan fuera de sus zonas
haciendo la sinapsis a lo loco,
menuda comedura la del coco,
que no puedo pensar con fluidez,
tendría que apuntarlas, otra vez, 
a unas clases de fitness, como poco.

DANDO TRASPIÉS


 Los acentos estróficos me matan

y estudiar la teoría me da grima,

pues controlo la métrica y la rima

tan solo con mi oído,

pero ese no es el tema;

de todos es sabido

que hace falta algo más para un poema

aparte del acento

y del total respeto hacia el esquema,

ser fiel a la estructura,

conseguir un estilo depurado…

nunca estaré a la altura

pues el mío está un poco apolillado.


Mientras otros debaten

si este verso es correcto o no lo es,

yo voy dando traspiés

y por más que lo intento,

se me cuelan las toscas asonancias,

las aliteraciones y los ripios,

también las redundancias;

uso la rima fácil,

tiro de participios

y de categoriales;

el caso es que no atino aunque me maten.


Entre pitos y flautas

solo escribo bobadas y pamemas.

¡Menudo sinvivir!

Si me empiezo a angustiar con tantas pautas

me voy a deprimir

y me saldrán alergias y hasta eczemas.




Escucha el Rap de los traspiés.


UN ASCO DE BRUJA


 Era una bruja malvada

que volaba en una escoba,

además era muy boba,

muy ceporra, muy pesada

y encima muy malhablada.

Era una arpía granuja

que comía cascaruja,

y tenía malas maneras

vulgares y muy groseras.

Total, un asco de bruja.




UNA VILLANELA NUEVA


Hace tiempo que no escribo

una villanela nueva;

es que no encuentro el motivo.



Con estilo narrativo,

que emocione, que conmueva.

Hace tiempo que no escribo.



Voy a ello y no me privo,

y aunque la rima me lleva,

es que no encuentro el motivo.



¿Me saldría algo festivo?

Pero no caerá esa breva.

Hace tiempo que no escribo



O un tema obsceno y lascivo...

Y no es porque no me atreva,

es que no encuentro el motivo.



Muy floja yo la percibo

mas la subo, aunque no deba.

Hace tiempo que no escribo:

es que no encuentro el motivo.



MORFEO, ¿DÓNDE ESTÁS?

 




Que me adormezca al instante
yo le suplico a Morfeo
con taimado coqueteo
pues quiero hacerlo mi amante
o mi caballero andante.
La cuestión es conquistarlo
para poder dominarlo,
que el insomnio me abandone
y ansiedad no me ocasione...
¡Qué gusto solo pensarlo!


Y esta noche me he podido
dar con un canto en los dientes,
porque, sabed, buenas gentes,
que por fin algo he dormido.
Morfeo se me ha rendido
viendo tamaña paciencia,
al rogar con insistencia
que me haga un poco de caso,
porque, si sigo a este paso
acabaré con demencia.



EL DÍA QUE VOLVIÓ.



 Una mañana de enero

esperando en la ventana,

entre serenos suspiros

comprendiste que lo amabas.

Porque lo viste llegar

y se te alegró la cara.

y las brumas del pasado

se volvieron luces claras.

Una mañana de enero

comprendiste que lo amabas.



Las penas se te acabaron

cobró vida la mañana,

se terminó la tristeza

el día que volvió a casa.

Irradiabas alegría

y renació tu esperanza,

deshaciéndose aquel nudo

que oprimía tu garganta.

Las penas se te acabaron

el día que volvió a casa.


CAPERUCITA Y EL HADA

 Un día vi a Caperucita

que andaba por mi jardín,

lejos, se oía un violín,

y sonaba tan bonita

la melodía exquisita

que me sentí transportada,

y en el cuento yo era un hada

que hizo a la niña invisible

y así aquel lobo terrible

ya no le pudo hacer nada.




LA NANA DE LAS ESTRELLAS


Una dulce nana musical


Tres estrellitas viajeras​

titilan en el azul,

bordando mantos de tul

y alegres enredaderas,

desplazándose ligeras

a través del firmamento

como en el más bello cuento.

Ellas velarán tu sueño,

duérmete ya, mi pequeño,

duerme tranquilo y contento.



EL CLUB DE LOS QUEJICAS



 Al club de los quejicas de la vida

no sé si perteneces...

Si te apuntas, te doy la bienvenida.


¿Solo tienes problemas y disgustos?

¿Alegría en contadas ocasiones?

Pues vamos a vaciarnos:

Háblanos de las penas que padeces,

percances, aflicción y depresiones.


Pero antes, dibuja una sonrisa,

sosegado y tranquilo, que no hay prisa.

Desarruga la frente.

Sé atrevido. Improvisa.


Pero debo advertir, para ser justos,

-pues lo debes saber-, que, tras quejarnos,

nada será ni mejor ni diferente.

ME QUEJO

 


Me quejo desde el comienzo,

ya le he cogido el gustillo

y no paro,

porque la vida es un lienzo

pintado con carboncillo,

está claro.


O más que claro está oscuro,

que hasta el cielo se ha tornado

gris, sombrío,

y presiento que el futuro

va a ser también desdichado,

crudo y frío.


"Quien canta su mal espanta"

dice un refrán muy sesudo,

pues os digo

que destrocé mi garganta

y deshacer este nudo

no consigo.


Se van pasando los días

entre quejas y consuelos

lentamente,

mientras hago poesías

o me tiro de los pelos

de repente.


Así que aquí seguiré

poniendo el grito en el cielo

por inercia,

y versos escribiré

sonándome en un pañuelo

si se tercia.


De quejarme a troche y moche

nunca he sacado provecho

que yo sepa.

De la mañana a la noche

nada me sale derecho

¡vaya plepa!


Y aunque me sigo quejando

—porque ante mi cruel destino

me rebelo—,

los hados se van mofando

al ver tanto desatino

sin consuelo.



PARTE METEOROLÓGICO


 Después de días lloviendo,

el cielo oscuro, la bruma,

frío, viento, sigue y suma,

casi me estoy deprimiendo.

Pero por lo que voy viendo

mañana de nuevo llueve

—dicen que llovizna leve—,

no pasamos de diez grados

y aquí estamos congelados…

¡nos falta que también nieve!

ABULIA

 No tengo ganas de hacer

nada, de mover ni un dedo,

¡ay, qué abulia!

Y dejo al mundo correr

porque hasta me importa un bledo

la tertulia.


Hoy me da igual que ayer,

el invierno, que el verano,

fuego o hielo.

Para lo que hay que ver

nunca es tarde ni temprano

¡vaya duelo!


De la tele me he aburrido

y leer me da pereza

de momento,

espero que se me pase

este ataque de tristeza

tan violento.


Con un saquito de lino

sobre los ojos cerrados

me acomodo,

y con suerte me imagino

que me sonríen los hados

de algún modo.


A ver si puedo dormir

y mientras hago la siesta

se me olvida

que me angustia el porvenir

y se me antoja funesta

la partida.