PLACERES PLAYEROS.



He ido a pasar unos días
a la orillita del mar,
pensando estar muy tranquila,
tomar el sol y nadar. 
El primer día que bajo
a la playa, tan contenta,
(llevando en mi bolsa un termo
con helado té de menta),
me temo que no hay lugar
para plantar mi sombrilla,
aunque, al fin, encuentro un hueco,
a cien metros de la orilla.
Llego rauda y me aposento,
estiro bien la toalla,
y me tumbo, musitando,
¡qué bien que se está en la playa!
Más, de pronto, un proyectil
me llega como las balas…
(¿Es que habrá algún insensato
que esté jugando a las palas?)
¡Era lo que me faltaba,
me ha impactado en la nariz!
tal y como empieza el día
no lo intuyo muy feliz.
Mejor será que me ponga
un buen ratito en remojo…
(Que ese niño del rastrillo,
por poco me saca un ojo).
El agua está algo revuelta
pero eso a mí no me arredra,
peor ha sido al entrar,
que me he clavado una piedra…
¡Madre mía!¿esto qué es,
tan viscoso y transparente?
¡Se me pegó una medusa
que llegó con la corriente!
¡Ay, qué picor!, ¡qué urticante!,
¡cómo la piel se me ha puesto!
Voy corriendo a un dispensario
a ver si me arreglan esto…
Y, en cuanto me hayan curado,
os lo digo de verdad,
¡que voy a  hacer las maletas
y me vuelvo a la ciudad!



2 comentarios:

  1. María José.23:02

    Qué bueno, Eratalia, pero, un mal día lo tiene cualquiera, no desistas.. Mira, allí, entre aquella del bikini rojo y el del bañador azul, hay un hueco, ¡vamos corriendo que nos lo quitan!.
    Me ha gustado mucho tu poema,.gracias por provocar sonrisas.
    Un abrazo.

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  2. Victor Ríos.23:02

    Entretenido poema, en el que a veces preferimos el bullicio y el smog de la ciudad, a las calamidades que pueden presentarse en playas como las que nos pones en la foto.

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