Agarrada a la mano de mi padre
solía pasear por la ciudad
aunque no era ninguna novedad
porque cada domingo sucedía.
A veces visitábamos museos,
yo lo miraba todo y sonreía.
Cuando volvíamos de los paseos,
él me compraba dulces y tebeos.
Días repletos de felicidad,
aunque no era ninguna novedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario