LA GOLETA

 


La goleta dormía en la ensenada

con un dulce vaivén.  Y su madera

reposaba cansada y carcomida,

ajena al huracán y a la tormenta.

Pero los vientos fueron implacables,

ni atisbo de piedad tuvieron de ella,

desataron su furia destructora

y la esparcieron en las aguas negras.

La goleta dormía en la ensenada

ajena al huracán y a la tormenta.

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