EL CLUB DE LOS QUEJICAS



 Al club de los quejicas de la vida

no sé si perteneces...

Si te apuntas, te doy la bienvenida.


¿Solo tienes problemas y disgustos?

¿Alegría en contadas ocasiones?

Pues vamos a vaciarnos:

Háblanos de las penas que padeces,

percances, aflicción y depresiones.


Pero antes, dibuja una sonrisa,

sosegado y tranquilo, que no hay prisa.

Desarruga la frente.

Sé atrevido. Improvisa.


Pero debo advertir, para ser justos,

-pues lo debes saber-, que, tras quejarnos,

nada será ni mejor ni diferente.

ME QUEJO

 


Me quejo desde el comienzo,

ya le he cogido el gustillo

y no paro,

porque la vida es un lienzo

pintado con carboncillo,

está claro.


O más que claro está oscuro,

que hasta el cielo se ha tornado

gris, sombrío,

y presiento que el futuro

va a ser también desdichado,

crudo y frío.


"Quien canta su mal espanta"

dice un refrán muy sesudo,

pues os digo

que destrocé mi garganta

y deshacer este nudo

no consigo.


Se van pasando los días

entre quejas y consuelos

lentamente,

mientras hago poesías

o me tiro de los pelos

de repente.


Así que aquí seguiré

poniendo el grito en el cielo

por inercia,

y versos escribiré

sonándome en un pañuelo

si se tercia.


De quejarme a troche y moche

nunca he sacado provecho

que yo sepa.

De la mañana a la noche

nada me sale derecho

¡vaya plepa!


Y aunque me sigo quejando

—porque ante mi cruel destino

me rebelo—,

los hados se van mofando

al ver tanto desatino

sin consuelo.



PARTE METEOROLÓGICO


 Después de días lloviendo,

el cielo oscuro, la bruma,

frío, viento, sigue y suma,

casi me estoy deprimiendo.

Pero por lo que voy viendo

mañana de nuevo llueve

—dicen que llovizna leve—,

no pasamos de diez grados

y aquí estamos congelados…

¡nos falta que también nieve!

ABULIA

 No tengo ganas de hacer

nada, de mover ni un dedo,

¡ay, qué abulia!

Y dejo al mundo correr

porque hasta me importa un bledo

la tertulia.


Hoy me da igual que ayer,

el invierno, que el verano,

fuego o hielo.

Para lo que hay que ver

nunca es tarde ni temprano

¡vaya duelo!


De la tele me he aburrido

y leer me da pereza

de momento,

espero que se me pase

este ataque de tristeza

tan violento.


Con un saquito de lino

sobre los ojos cerrados

me acomodo,

y con suerte me imagino

que me sonríen los hados

de algún modo.


A ver si puedo dormir

y mientras hago la siesta

se me olvida

que me angustia el porvenir

y se me antoja funesta

la partida.