LA SIESTA

 Cuando calienta el sol en el verano

es tan plácido el rato de la siesta

que me suelo quedar algo traspuesta

resguardada debajo del manzano.

Se me resbala el libro de la mano

pero sigo en un mundo de ficción

a caballo entre el sueño y la ilusión:

en mi novela soy una heroína,

una intrépida bióloga marina

que salva al mundo de su destrucción.

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