Don Copión está empeñado
en
dárselas de poeta,
mas le
sale mal la treta
y al fin
queda señalado.
Quiere expresar sentimientos
muy profundos e importantes
con palabras abundantes
y vocablos opulentos.
Lo intenta con gran denuedo,
con intrepidez y arrojo,
mas lo que escribe es tan flojo
que a nadie le importa un bledo.
Le cuesta reconocer
que su sintaxis es pobre
y aunque la gana le sobre
no tiene nada que hacer.
Construye versos absurdos
con léxico harto dudoso,
y el resultado es penoso
porque son zafios y burdos.
Al ver que no encuentra forma
de conseguir nada bueno
busca en el trabajo ajeno
y con copiar se conforma.
Pero Google, que es chivato,
ha dejado demostrado
que el poema publicado
era de otro literato.
¡Qué bochorno y qué indecoro
haber caído tan bajo;
si no merecía el trabajo
la pena de su desdoro.
¡Ay,
señor, qué tontería!
Si es que
no hay necesidad;
¡Qué
tamaña necedad
es
plagiar la poesía!
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