Hoy siento que los celos me devoran,
tengo un dilema cruel que me desgarra
mientras yago infeliz junto a mi parra
pienso en vicisitudes que me azoran.
Ayer la vi, mirando descompuesta
y con un nerviosismo inusitado
a un vecino que vive justo al lado,
que me causa una envidia manifiesta.
Mundano, refinado y
elegante
guapo, joven y tiene mucha pasta
es conocida su cultura vasta
y muestra siempre su mejor talante.
¿Quizás le haga tilín el apolíneo,
tendrá la muy taimada una aventura?
En este punto pierdo la
cordura,
pasé de flemático a
sanguíneo.
¿Me suicido, la mato, los liquido?
-estas dudas se agolpan en mi mente-
¿Es acaso una impía, una indecente,
o acaso yo no soy un buen marido?
Mas silencio, que llega la interfecta
con un aire culpable que me intriga
quizás hacerla confesar consiga
si le dejo caer una indirecta.
si le dejo caer una indirecta.
-¿Sabes ese vecino del garaje
que conduce un bugatti de los caros?...
-¡Yo me iba retocando el maquillaje
y, distraída, me cargué sus
faros!
Si lo veo es que me entran los sudores
pues no sé si sabrá que soy la autora
debo enfrentarme a ello sin demora
no me puedo esconder de mis errores
-¡Ay, mi amor, mi capricho, mi tesoro
no estés triste por una tontería!
¡Ven a mis brazos, adorada mía,
soy tan feliz que de alegría lloro!
-No entiendo para nada a mi marido,
porque lo imaginaba furibundo
y veo al hombre más feliz del mundo…
¡Me temo que el oremus ha perdido!
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