Una
respuesta me pide
y
yo no sé qué decire,
porque
me da miedo herirle;
y
temo que se suicide.
Mas
si le digo que sí,
soy
yo la que se suicida
me
espera muy mala vida
sin
ardor ni frenesí.
¿Qué
hacer?, terrible dilema
me
tengo que decidir:
o
me apresuro a mentir
o
tendremos un problema.
He
de buscar una excusa
que
me haga salir airosa,
pues
no quiero ser su esposa,
pero
estoy algo confusa.
¿Cómo
decirle que yo
de
otro estoy enamorada,
que
con sólo una mirada
el
corazón me robó?
Que
tiene gracia y salero,
alegría
y buen humor…
resumiendo,
que es mi amor
y
es el hombre que yo quiero.
¡Ya
tengo la solución!
le diré que me hago monja,
le diré que me hago monja,
que
se ahorre la lisonja
porque
esa es mi decisión.
Y
una vez en el convento
por
la puerta de atrás salgo
y a
mí que me echen un galgo,
que
volaré como el viento.
Hay que ver cuanta gracia y talento tienes para deshacer entuertos, grandiosos versos, complacido siempre de leerlos
ResponderEliminarGracias, Carlos. Celebro que te hiciesen gracia.
EliminarUn abrazo.
Me da la impresión de que no se lo va a creer,Era.
ResponderEliminarSi hoy día ya no se mete nadie a monja por aquí...
Creo que lo mejor sería decirle directamente que es un sosera y que se vaya al carajo.
Y no temas por él que, como decía no sé quien,..."de amor ya no se muere"
Ingenio y mucho humor en tus versos.Da gusto leerte.
Pues los conventos siguen llenos, o sea, que alguna se meterá en ello, ¿no?
EliminarMuchas gracias por tu amable y simpático comentario.
Un abrazo.
Jajajaja, que gracia me han hecho tus encantadores versos, y te diré que ahora difícil está esto de meterse monja y cura, por lo menos es lo que nos dicen las monjas de mi cole con las que sigo teniendo contacto, y un cura amigo; las pocas novicias que hay, son del otro lado del charco y cada vez menos también.
ResponderEliminarHe disfrutado mucho leyéndote Era, aunque ya no paso por los blogs me ha encantado meterme en el tuyo.
Besitos.