Me dirijo a vosotros, ¡oh, inmortales,
divinos ciudadanos del Parnaso!
Desde el gris lodazal de mi fracaso,
anhelante de versos magistrales,
quiero encontrar las rimas ideales,
pero respuesta alguna no consigo,
¿Por qué mereceré tanto castigo?
Sordos y ajenos a mi desespero
no escucháis mi quejido lastimero.
¡Qué crueles os mostráis siempre conmigo!
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario