Siento dentro de mi entraña
un ardor que me devora,
por lo que
recuerdo ahora
que hoy he
comido lasaña.
Con su
tomatito frito
y la pasta
bien al dente;
pero no he
sido prudente
al no dejar
ni un poquito.
Mas, ¡ay! qué buena que estaba
Mas, ¡ay! qué buena que estaba
esta
italiana delicia:
Era tanta mi
avaricia
que, sin
masticar, entraba.
Y mi
estómago se queja
por culpa de
la hernia de hiato,
¡si hasta he
rebañado el plato,
que, de tan
limpio, refleja!
Este fuego
que me mata
me consume y
me corroe,
el esófago
me roe
y el abdomen me dilata.
y el abdomen me dilata.
Hago acto de
contrición
en este
mismo momento:
¡Oh, cielos,
qué sufrimiento!
Esta será mi
expiación.
Me he llegado a tu blog,Eratalia, y verdaderamente me estoy comenzando a divertir muchísimo.
ResponderEliminarPues no sabes lo que me alegro. Un abrazo.
ResponderEliminarPues no veas, que yo he comido macarrones y me ha pasado tres cuartos de lo mismo, je je je. Es broma, pero como me ha encantado tu humor y tu poema vengo y te lo digo... que la acidez del tomate sí que se me ha sublevado alguna vez.
ResponderEliminarPor cierto, no me he aclarado mucho a la hora de identificarme, pero este anónimo es un tal Alonso V.
Hola, Anónimo Alonso Vicente, qué gustazo "verte" por aquí (con los ojos de la imaginación)
EliminarMuchas gracias por la visita y por el comentario.
Abrazos.