LA DISTANCIA


Hoy corresponde hablar de la distancia,
hagámoslo sin duda, ya que toca...
Al pensarlo me pongo como loca
porque yo estoy aquí y él, en Francia.


Crecimos juntos desde nuestra infancia.
Cuando mi triste corazón lo evoca
su recuerdo la angustia me provoca;
él era de mi vida la sustancia.


Y un buen día por causas malhadadas
con harta pena sus maletas hizo
y me dejó desesperada y sola


Nuestras horas transcurren separadas,
no veo solución y me horrorizo...
¡Abominable crisis española!

LAS CARTAS



Queridos amigos míos:
Esta carta la inauguro
con un tema al que seguro
os vais a sumar con bríos.
Se trata en esta ocasión
del género epistolar
que puede dar para hablar
y para una reflexión.

Pues cuando todos pensaban
que escribirse era obsoleto
y carecía de objeto
pues se telefoneaban,
llegó la era del mensaje
con móvil u ordenador
—que no sé lo que es peor
si atendemos al lenguaje—.

Pero esas tiernas misivas
tan íntimas  y entrañables,
tan bellas e interminables
anheladas y emotivas,
la del pariente lejano
o del amado a la amada,
con la grafía esmerada,
que eran cartas de artesano,
ya pasaron a la historia
porque la tecnología,
más   práctica, aunque más fría,
las borró de la memoria.

El teclado es sustituto
de la pluma y el tintero
me conecto cuando quiero
y contacto en un minuto.
Pero tenía su encanto
lo de la correspondencia;
se adiestraba la paciencia
¡una paciencia de santo!


Y sin más por la presente,
me despido sin tardanza,
y así, a la antigua usanza,
os  saludo atentamente

TRISTES QUINTETOS




Aunque siempre de fiesta me disfrazo,
estoy triste cansada y dolorida…
quisiera del pastel algún pedazo
y además necesito un buen abrazo
o ver a este marasmo una salida.

Los payasos a veces también lloran
aunque lleven pintada la sonrisa.
Quizás hoy la pinté con mucha prisa…
Por eso, si las cosas no mejoran,
me mancharé de rojo la camisa.


HISTORIA DE UN JUEVES SANTO.


Rosita sale a la calle 
el Jueves de la Pasión,
quedó con unas amigas 
para ver la procesión.

Se ha arreglado con esmero,
aunque no es nada coqueta,
se ha colocado un buen traje, 
su mantilla y su peineta.

Piensa pedirle a la Virgen 
con acendrado fervor
que encuentre por fin un novio, 
pues se le pasa el arroz.

Mientras canta una saeta, 
¡ay, que triste situación!
le ha impactado una maceta
caída desde un balcón.

Rosita, inerte en el suelo
está sin conocimiento;
mientras llega la ambulancia 
va a exhalar su último aliento.

Pero en medio del gentío 
aparece un nazareno
pidiendo que le abran paso
porque dice que es galeno.

Llega rápido y la atiende
haciéndole el boca a boca;
ella recobra el sentido 
y de amor se vuelve loca.

Mientras lo mira embobada
suspira con desconsuelo
pues piensa que ya se ha muerto, 
y que es un ángel del cielo.

Pero el médico también 
ha sentido aquel flechazo
y para reconfortarla 
la envuelve en cálido abrazo.

Y en ese momento pasa 
la Virgen del gran Dolor,
Rosita le guiña un ojo 
y le agradece el favor.

De esta manera termina 
una tarde accidentada,
¡Rosita está muy feliz 
y no hay que lamentar nada! 





EL NACIMIENTO DE MI POESÍA





Rememoro la fecha no lejana
en la que me lancé a la poesía;
sucedió así, sin más, en un buen día
que de jugar con rimas tuve gana.


Me  senté pegadita a la ventana
y abordé la labor con alegría
sintiéndome feliz cuando escribía
bañada por el sol de la mañana.

En poemas de estrofas muy sencillas
—que a veces a la métrica se ajustan—
ideas  con palabras he mezclado.


De placer se arrebolan mis mejillas
cuando alguno me dice que le gustan.
¡Hoy la musa conmigo se ha sentado!

INOCENCIA

Inocencia se llamaba,
y aquél que el nombre le puso
—que debía ser obtuso—
ni le ofreció una disculpa,
y ella no tuvo la culpa
de sufrir tamaño abuso.


Tantos nombres como había
en el amplio santoral
—muchos no estaban tan mal—,
le eligieron Inocencia
y, aunque no es una indecencia,
a ella le supo fatal.


Cuando creció, pobrecita,
tuvo una vida muy dura,
y hasta dejó de ser pura.
El párroco que la vió
a su lado la llevó...
¡Qué Inocencia la del cura!

LA INOCENCIA






Inocencia es el candor,
ingenuidad, sencillez, 
es del alma desnudez
sonrojada de pudor.

Añadiré con premura 
que es pureza y castidad
y es creerse que es verdad
lo que el gobierno asegura.


Si te llaman inocente 
es que eres noble y sencillo; 
o bien eres un pardillo 
que aún confías en la gente.


Es honradez y simpleza...
 o puede ser ignorancia; 
es típica de la infancia 
o de no usar la cabeza.


Inocente es quien no sabe 
según la etimología, 
noscere el latín decía, 
que es del asunto la clave.

Diremos en general
tras larga disertación, 
que inocente es el simplón 
mas también el virginal.