Queridos amigos míos:
Esta carta la inauguro
con un tema al que seguro
os vais a sumar con
bríos.
Se trata en esta ocasión
del género epistolar
que puede dar para hablar
y para una reflexión.
Pues cuando todos
pensaban
que escribirse era
obsoleto
y carecía de objeto
pues se telefoneaban,
llegó la era del mensaje
con móvil u ordenador
—que no sé lo que es peor
si atendemos al lenguaje—.
Pero esas tiernas misivas
tan íntimas y entrañables,
tan bellas e
interminables
anheladas y emotivas,
la del pariente lejano
o del amado a la amada,
con la grafía esmerada,
que eran cartas de
artesano,
ya pasaron a la historia
porque la tecnología,
más práctica, aunque más fría,
las borró de la memoria.
El teclado es sustituto
de la pluma y el tintero
me conecto cuando quiero
y contacto en un minuto.
Pero tenía su encanto
lo de la correspondencia;
se adiestraba la
paciencia
¡una paciencia de santo!
Y sin más por la
presente,
me despido sin tardanza,
y así, a la antigua
usanza,
os saludo atentamente
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