Las décimas me gustan, son tan gratas
que empiezas y terminas al momento,
no tienen los problemas del acento
y, antes de darte cuenta, las rematas.
El soneto, con sus catorce patas,
es en su gestación mucho más lento
y puedes perecer en el intento
mas, si no lo consigues, no te abatas.
Si no quieres dolores de cabeza
ponte a escribir tercetos, redondillas,
pareados, cuartetos o romances.
Demuestra al mundo cuánta es tu destreza
y un poeta serás de campanillas
sintiéndote feliz con tus avances.
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