(Ilustración de Eliseo León Pretell)
Encaramada en un árbol
la niña dijo a la luna:
-Tengo sed, quiero beber
tu leche de blanca espuma,
alimentarme de sueños,
de esos que de ti rezuman,
como cuando era pequeña
y acostadita en la cuna,
a través de la ventana
de mi habitación oscura
veía el cielo estrellado
y soñaba que a la grupa
de un magnífico unicornio
llegaba hasta las alturas
y conseguía, por fin,
descubrir tu cara oculta.
La luna le contestó:
-Si soñar es lo que buscas
te contaré mi secreto,
préstame atención, escucha...
Y en voz bajita le habló
con mucho amor y dulzura.
La niña escuchaba absorta
recortada en la penumbra
con los ojos muy abiertos
y con la boquita muda.
Después se volvió a su casa
con una escudilla oculta,
resplandeciente de sueños
y llena de luz de luna.
Aplausos, público en pie.
ResponderEliminarOncina.