La lluvia cesó por fin;
ya salen los caracoles
a encaramarse a las coles
que cultivo en mi jardín.
También salió mi mastín
que se sentía prisionero,
pues yo, bajo el aguacero,
no quería que salies
para evitar que cogiese
un resfrío traicionero.
Ha llovido con tal gana
que todo quedó anegado;
el patio está empantanado
y yo, que soy holgazana,
tengo una inmensa desgana
de ponerme a la faena
¡pero está todo de pena!
no me queda más remedio,
¡ay!¡ qué aburrido, qué tedio!
Limpiar es una condena.
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