DESPUÉS DE LA LLUVIA


La lluvia cesó por fin;
ya salen los caracoles
a encaramarse a las coles
que cultivo en mi jardín.
También salió mi mastín
que se sentía prisionero,
pues yo, bajo el aguacero,
no quería que salies
para evitar que cogiese
un resfrío traicionero.

Ha llovido con tal gana
que todo quedó anegado;
el patio está empantanado
y yo, que soy holgazana,
tengo una inmensa desgana
de ponerme a la faena
¡pero está todo de pena!
no me queda más remedio,
¡ay!¡ qué aburrido, qué tedio!
Limpiar es una condena.


...

LA NIÑA Y LA LUNA



Encaramada en un árbol
la niña dijo a la luna:
─Tengo sed, quiero beber
tu leche de blanca espuma,
alimentarme de sueños,
de esos que de ti rezuman,
como cuando era pequeña
y acostadita en mi cuna
a través de la ventana
de mi habitación a oscuras
veía el cielo estrellado
y soñaba que a la grupa
de un magnífico unicornio
llegaba hasta las alturas
y conseguía, por fín, 
descubrir tu cara oculta.

La luna le contestó:
─Si soñar es lo que buscas
te contaré mi secreto,
préstame atención, escucha...

Y en voz bajita le habló
con mucho amor y dulzura.
La niña escuchaba absorta
recortada en la penumbra,
con los ojos muy abiertos
 y con la boquita muda.
Después se bajó del árbol 
con una escudilla oculta
resplandeciente de sueños 
y llena de luz de luna.






LLEVANDO LA CONTRARIA

 Por llevarte la contraria

defiendo lo indefendible

y con encono ostensible

me convierto en tu adversaria,

con tozudez temeraria.

Me da igual lo que me digas,

que hables de pan o de migas,

nunca estaremos de acuerdo;

que yo sé más, te recuerdo,

en tus trece no prosigas.


Y es que a mí no me da corte

contradecir, refutar,

debatir y litigar…

como si fuera un deporte.

Aunque el tema no me importe

o aunque tú tengas razón

-pues no es esa la cuestión-,

polemizar me fascina

porque me siento divina

imponiendo mi opinión.