Siguiendo a María José, con su permiso.
A la termita famélica
que
horada mi mobiliario
sigo
y persigo a diario
con
un ansia maquiavélica.
Tengo
paciencia de santo
y
pocas cosas que hacer,
la
haré desaparecer
y
me ganaré un buen tanto.
Porque
veo que mi mamá
anda
ya desesperada
del
spray siempre cargada
y
sé que no parará.
Parece
que escucho dentro
de
esta pata su ruidito,
¡ya
sé lo que necesito!
lo
buscaré en un momento.
Este
serrucho gigante
le
he cogido a mi papá
sierro
con gana y ya está
la
pillaré en un instante.
Pero
Paquita se oculta
y
él va serrando las patas
con
sus ideas insensatas
un
buen destrozo resulta.
Su
mamá pronto regresa
y
encuentra el desaguisado
el
sillón ha destrozado
y
las patas de la mesa.
Ella
queda boquiabierta
del
soponcio que ha pillado
y
Paquita se ha escapado
tan
tranquila, por la puerta.
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