EL AÑO VIEJO SE MUERE

Pobrecito, está que expira,
ya agoniza, se nos muere,
ya casi que no respira...
le dió el dolor miserere.

No queda ni medio día
y todo habrá terminado,
se merece una poesía
antes de ser un finado.

¿Fue bueno, se portó bien?
¿Cumplió las expectativas?
Se llevó en un santiamén
tantas horas fugitivas...

¡Qué deprisa se acabó!
Si parece que fue ayer
que un mes de enero empezó
y hay otro que está al caer.

Pues aplicaros al cuento
que la vida va que vuela.
Todo se lo lleva el viento
y se consume cual vela.

Entregaos cada día
aunque sea por egoísmo:
que si os dais con alegría
viviréis con optimismo.



RECOSTADA EN MI SILLÓN (VILLANELA)




Buscaba la inspiración

pensando en las musarañas,

recostada en mi sillón.


Con la absurda sensación

de sentir cosas extrañas

buscaba la inspiración.


Mas tenía la impresión

de que me ardían las entrañas

recostada en mi sillón.


Luego desvié la atención

y mirando telarañas

buscaba la inspiración.


Aproveché la ocasión

para tomar unas cañas

recostada en mi sillón.


Y se me fue la ilusión...

Las musas… ¡vaya patrañas!


Buscaba la inspiración

recostada en mi sillón.



PEREZOSA


Tras un largo tiempo ausente,
alejada de mi musa
-y creyendo que era obtusa-
se me ocurrió de repente...

Que debía poner a prueba
mis neuronas distendidas
-que suponía dormidas-
con alguna poesía nueva.

Quise volver a escribir
y llegó la inspiración;
¡qué tremenda sensación
la de sentirme fluir!

Ahora solo faltaría
enarbolar los pinceles
-o el carbón o los pasteles-
y de gozo estallaría.

Pero solo de pensarlo
ya me ha entrado la pereza
y decido con firmeza
que lo mejor es dejarlo.

PELUSAS CALIENTES


Lo que vengo a regalarte


no es una cosa corriente,


pues te traigo con cariño


una pelusa caliente



Un abrigo para el alma


que falta a todos nos hace,


sobre todo en días fríos,


es algo que siempre place



¿Que no sabes lo que son


 las pelusillas calientes?


Son las que quitan angustias


y desarrugan las frentes.



Son esos gestos de amor,


de ternura o de cariño,


que tú también necesitas,


aunque ya no seas un niño



Las pelusillas calientes


son abono emocional


y van directas al alma


para que nunca estés mal.



Funcionan de tal manera


que son como un elixir


que te ayuda a mantener


la alegría de vivir.



Repártelas sin mesura


ya que no te cuestan nada,


y cada una que regales


volverá multiplicada.