Con mi lápiz principiante
y mi caja de colores,
quise copiar el semblante
de esta Venus deslumbrante:
la diosa de los amores.
Desde niña dibujaba,
era mi gran afición,
y a cada paso copiaba
todo aquello que encontraba
que llamase mi atención.
Con la Venus tropecé,
-a Botticelli idolatro-
y, sin dudarlo esbocé,
borré, corregí y pinté
hasta acabar su retrato.
Mediocre fue el resultado,
fruto de poca pericia...
Mucho tiempo ya ha pasado
y aunque en nada he mejorado,
pintar es una delicia.