Corriendo
iba por el parque,
luciendo una
amplia sonrisa,
tan
contenta,
Cuando me
dio un buen ataque
por
transitar más deprisa
de la
cuenta.
El corazón
al galope
se me salía
por la boca
¡qué
momento!,
pues me
había esforzado a tope
saltando
como una loca,
sin aliento.
Todo eso por
mantener
esta cintura
de avispa
tan
gallarda,
pues ya dejé
de comer
y no bebo ni
una chispa,
aunque arda.
No sé si
vale la pena
tan enorme
sacrificio
-me
pregunto-
si esto es
como una condena
hacer tamaño
ejercicio
¡vaya
asunto!
Puede que
sea mejor
tener un
poco más gruesa
la cintura
que padecer
tal dolor
y perecer en
la empresa
¡qué locura!