Tengo calor. Me invade la desidia
y la abulia ha minado mis neuronas.
¿Dónde vas, voluntad? ¿Por qué abandonas
a esta pobre escribiente?¡Cuánta insidia!
No esperaba de ti tanta perfidia;
no quieres dialogar y no razonas,
te vas sin un motivo, me traicionas…
No te imaginas lo que me fastidia.
Mi estado general es deplorable,
camino sobre un campo de rastrojos,
lo que era inspiración, es un erial.
El día se me antoja interminable,
humedecen las lágrimas mis ojos
y os puedo asegurar que estoy fatal.
Este fuego estival
me tiene aletargados los sentidos
y hay un raro zumzum en mis oídos.
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