entonando una alegre
cancioncilla,
me sentía feliz
como chiquilla
que por primera vez
entra en el mar,
y mi madre me dio
para almorzar
un rico bocadillo de
tortilla
que me comí, ligera
cual ardilla
pues quería después
irme a bañar.
Pero acabé y ¡qué
desilusión!
No me dejó meter ni
un pie en el agua
pues tenía que
hacer la digestión.
La cosa no admitía
discusión,
sudando como herrero
en una fragua
la orden acaté sin
dilación.
¡Menuda diversión!
Por la noche mi
cuerpo entero ardía
y de la espalda
fuego me salía.
.....
.....
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