Yo
le canto al amor y la belleza
que
para negras penas no me pongo;
aunque
al que así le plazca no me opongo,
prefiero
no invocar a la tristeza.
A
mí la rima no me da pereza
porque
de mi magín brota cual hongo,
que
es fuente inagotable me supongo
por
eso la prodigo con largueza.
Y
aunque hube abandonado los sonetos
en
pos de alguna estrofa novedosa
dejándolos
atrás por obsoletos,
voy
a escribir y, mire usted qué cosa,
salen
sólos cuartetos y tercetos
¡y
es que de los sonetos soy viciosa!
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