Me hacen más
grato el camino
las personas
como tú,
con las que
tomar vermú
o paladear un
vino,
hablando de
cualquier cosa,
de lo humano
y lo divino
y una tapita
sabrosa
o un bocadito
bien fino.
El rato pasa ligero,
la cháchara
es animada
y la tarde
así empleada
es un tiempo
placentero.
Son los
momentos felices
sencillos y
cotidianos
y, aunque sin
comer perdices,
disfrutamos
como enanos.
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